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Orcus

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Para tratarse de un miembro de la especie de los andrinnos, Orcus es un tipo bastante mojigato. Puede que su aspecto físico ofrezca una apariencia de ferocidad, pero se trata de un personaje con peculiaridades que le convierten en alguien mucho más complejo que cualquier otro integrante de su raza. Atormentado por el rechazo que suscita, tanto en humanos como entre las gentes de su propia comunidad, es una persona acomplejada y tímida. Su pasado esconde secretos y su alma alberga ciertos temores y pesares. Fue rechazado por su tribu, quien le consideraba indigno y poco apto para esgrimir las hachas de guerra, los manguales y las cimitarras andrinnas. Pero lo cierto es que no carece, en realidad, de destreza a la hora de empuñar todas esas armas. Los prejuicios de sus congéneres hicieron que fuera apartado de manera injusta de la comunidad a la que pertenecía. No obstante, el jefe de su tribu pudo ver más allá de esa terquedad y le encomendó una misión que, a su juicio, se ajustaba a la

Ishtar

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Se trata de una de las divinidades más temidas y a un tiempo adoradas de Anaroth. Representa los poderes de la naturaleza en su faceta más hostil. No obstante, se tiene la creencia de que los dones de esta deidad escenifican también el aspecto más fastuoso del planeta. Su esencia impregna los vergeles que arraigan allí donde casi nada puede hacerlo. Esos oasis se extienden sobre vastos terrenos de los desiertos radastinos. Son como islas de verdor que proliferan en mitad de los interminables yermos. Se trata de lugares preñados de peligro, horrores y una fuerza arrolladora que lo impregna todo. Amén de los adeptos que profesan la religión de Ishtar, esta diosa cuenta con una fiel servidumbre que la cuida en todo momento. Los hijos de Ishtar; sus siervos leales, existen sólo para velar por el bien de su señora y ya no tienen otra cosa en mente. En realid ad, sus cerebros ya no pueden albergar otro pensamiento  que no sea complacerla. Cuando Ishtar se halla satisfecha y la abundancia rie

Yeztel

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El fanatismo de este sacerdote, que promulga la religión de Ishtar, ha calado en lo profundo de la sociedad ishtapuriana. Hasta tal punto que la ciudad donde la predica llegó a cambiar de nombre para rendir homenaje a la diosa. Buena parte de su población hace tiempo que se plegó al culto de dicha deidad, cuyo portavoz más destacado es sin duda Yeztel. Con sus promesas de paraísos, y el terror que infunde a quienes osen dar la espalda al culto de esta divinidad, e ste ministro de la fe ha logrado adoctrinar a más personas que todos sus antecesores juntos. En Ishtapual, muchos le veneran como a un salvador y guía espiritual. Sin embargo, no son pocos quienes le temen e incluso aquellos que le tienen un odio exacerbado. Al tiempo que ha conseguido cosechar la lealtad de un sector de la ciudadanía, también se ha granjeado la antipatía de otros muchos. Es un hombre temperamental, una mole de músculos desarrollados que a menudo se deja arrastrar por su afán de liderazgo. Sus arranques de ir

John Wilde

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Ni siquiera se tiene constancia del nombre real de este trotamundos. No existe partida alguna de nacimiento que atestigüe su alumbramiento en tierras thengilianas, ni su identidad está recogida en alguno de los censos de población de la república. Se descarta, por tanto, que haya formado parte de alguna familia de clase media o alta de las que residen por esos lares. Incluso de haber nacido en uno de los suburbios infestados de ratas o en alguna alquería de los alrededores de la capital, se debería tener algún tipo de registro acerca de él. Hasta el ciudadano más insignificante de los pueblos libres de Thengil figura en alguna clase de documento gubernamental; aunque sea sólo tras haber sido fichado por la guardia urbana o los alguaciles regionales. Aquellos que alguna vez establecieron contacto con el misterioso vagabundo, aseguran que se lo encontraron mientras merodeaba por fincas particulares, lo más probable con intenciones nada honestas. Existen testimonios que aseguran que, dura

Nargorath

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Personaje siniestro que se dirige a los demás con gelidez y mordacidad. Su aspecto resulta nauseabundo en sumo grado. Al menos, así lo es en condiciones desfavorables, cuando no tiene el sustento que necesita al alcance de su mano. En esas circunstancias, su epidermis adquiere una tonalidad enfermiza y desprende un hedor pestilente. El rostro y las manos se le llenan de yagas y pústulas supurantes. Los cabellos se le tornan canos y su apariencia es la de un hombre achacoso que está más allá de la vejez. No obstante, en ocasiones, y si las circunstancias lo permiten, puede regenerar su organismo y restablecer el tejido de su piel. Asimismo, los ropajes y la capucha en que siempre va envuelto se renuevan como si formasen parte de su anatomía. Es un tipo desconcertante, que muestra una empatía nula hacia quienes le rodean y que lucha sólo por los intereses de su propia estirpe. Se mueve siempre por el más puro pragmatismo, sin permitir que cualquier rastro de sentimiento humano le nuble l

Trisquel

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Creció entre los peligros que reinan en la ciudad más sórdida de todo Anaroth. En semejante nido de rufianes, estafadores y proxenetas, la muchacha aprendió a desenvolverse y tirar adelante. La capital de Thengil es uno de los lugares más hostiles que se pueda uno imaginar; el entorno ideal para que la gente de la peor calaña medre. Pero Trisquel, que se crió a la sombra de un escenario tan poco hospitalario, pronto adquirió las habilidades necesarias para sobrevivir. A sus veinte años ya es una avezada urbanita, capaz de enfrentar a las bandas de maleantes más peligrosas de la ciudad. Su agilidad y talante escurridizo, así como la puntería de la que goza a la hora de manejar su honda, la convierten en un rival que tal vez sea mejor eludir. No obstante, su sueño es abandonar esa vida de miseria y conocer mundo, dejar atrás aquel agujero preñado de corrupción y labrarse un futuro alejado de la prostitución, el hambre y la decadencia que reinan en Thengil. Es valiente y atrevida, pero al

El Bosque de los Lamentos

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La frontera este de los territorios radastinos, allí donde tal conglomerado de naciones linda con  Las tierras salvajes ,  es el escenario donde se despliegan las frondas más siniestras de todo Anaroth. Se trata de una masa boscosa que se extiende a lo largo de una franja que abarca, de norte a sur, más de trescientos kilómetros. En el seno de semejante floresta arraigan las fuerzas sobrenaturales más oscuras; a veces disfrazadas de criaturas bellas que son capaces de seducir a los incautos viajeros. Entre tan formidables abominaciones puede encontrarse tanto a seres de naturaleza tangible como a entidades de otros planos de la existencia; espíritus anclados al mundo terrenal por el lastre de sus tormentos. Los plañideros murmullos, que brotan de entre las piedras amortajadas por el musgo y la bruma, fueron lo que suscitó el nombre de tan terrorífico lugar. En algunas zonas, la densidad del follaje es tal que la luz diurna apenas logra traspasar la verde techumbre. De este modo, hay lu